Por ello, nunca debemos dejar de orar, aun en los momentos más difíciles de entender.
Quizá, son los momentos cuando nuestra oración es más escuchada.
La vida, aun cuando parece transcurrir muy lentamente,
en realidad es más breve que una brisa, comparado a la eternidad de nuestra existencia.
No olvidemos, que en cada instante,
existe una posibilidad de comprometer
nuestra felicidad,
es aquel que nos señala
la luz de cada oración.
Sólo ella es nuestra antorcha en cada momento de incertidumbre.
No la dejes extinguir.
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